“¡Creo que espere toda la vida por este momento, verlos libres! Lo disfruté cada segundo”, posteaba Gabriela Villanueva, bióloga y fotógrafa, a principios de noviembre con la fotografía de una mamá jaguar y su cría jugando en el río. Una aventura de años llegó a ese momento único: verlos lo más cerca posible.
Gabriela Villanueva es bióloga. Estudiaba en el 2010 en la Universidad Mayor de San Andrés, época en la que tenía una pequeña cámara y no sabía nada de fotografía. “En 2016 me fui a estudiar fuera del país, una Maestría en Gestión de Áreas Protegidas, y me puse a estudiar fotografía de manera autodidacta. Hay un montón de vídeos de cómo tomar fotos, pero yo prefiero leer y ahí empecé un poquito a hacer fotos y me compré una cámara”.
Con una cámara más grande, una réflex y con un lente, empezó. “La mayoría de la gente me conoce por las fotos, pero yo trabajo como bióloga en temas de áreas protegidas, pero en mis tiempos libres trato de hacer fotografías”, precisa.
Actualmente es Coordinadora de Gestión de la Información Ambiental en Conservación Internacional. “En los viajes de trabajo no tengo tiempo para hacer fotografías y sí hago viajes especiales para hacer fotografía. Desde que he salido de la universidad siempre he trabajado en áreas protegidas, mi tesis la hice en un modelo de deforestación para Tariquía para predecir deforestación. Pronto empecé a trabajar como técnica de monitoreo en Madidi. Todo el tiempo he estado trabajando en áreas protegidas y con pueblos indígenas. Ahora trabajamos en conservación de áreas protegidas apoyando a municipios, en el área amazónica, a generar esa conciencia acerca de la conservación de sus bosques”.
Aunque reconoce avances en algunos municipios, también señala desafíos. “Por ejemplo, Palos Blancos y Alto Beni se han declarado municipios agroecológicos con una ley de cero minería, pero esto ha generado conflictos. Creo que hay más conciencia ambiental porque las amenazas impactan directamente en la vida de las personas”.
El trabajo de campo ocupa una gran parte de su tiempo, hasta que llega la temporada de lluvias impidiendo ingresar a los lugares más accesibles en temporada seca. “Algo que me ha dejado una marca y me ha inspirado a trabajar en este tema de conservación, ha sido justamente mi primer trabajo en Madidi. Más allá de la belleza natural que tiene esa área protegida, que la conozco prácticamente toda, lo que realmente ha dejado huella en mí ha sido el trabajo con los guardaparques. Realmente es gente muy apasionada, muy apasionada por su trabajo, y eso te llega a inspirar porque ellos hacen tanto con lo poco que tienen”, detalla la bióloga que también trabajó con guardaparques de otras áreas protegidas de Bolivia.
Como bióloga ha llegado a conocer muchas partes del país y tiene varios lugares favoritos. En La Paz, cuando tiene un poco de tiempo se va al Parque Nacional Cotapata, donde aún se encuentra naturaleza, bosques y corrientes de agua cristalina para disfrutar de la naturaleza. Rurrenabaque es un lugar que quiere mucho por haber iniciado ahí su trabajo y vivir en dos épocas en esta zona.
Los viajes de trabajo y las expediciones a lugares remotos inspiraron a Gabriela a documentar la naturaleza. “He llegado a lugares donde muy poca gente puede llegar. Decía ¡wow! Esto nadie lo conoce y deberían conocerlo. Ahí vi que es necesaria la fotografía, pero en ese entonces no tenía recursos para una cámara. Sólo eran nuestros ojitos para recordar esas cosas hermosas”.
La foto que más impactó en su vida es reciente. “Antes me hubiera conformado solo con verlo, por eso también he viajado harto, hemos hecho viajes con Pedro los últimos años específicamente para tratar de fotografiarlos. Hemos ido a todos los lugares que nos dijeron en Bolivia. Fuimos al Parque Kaa Iya, a San Matías, al Madidi montón de veces. En Bolivia hay tours parecidos a los del Brasil para ver fauna silvestre y te aseguran que podrías ver jaguar, pero son muy caros comparados con lo que pagamos en Brasil, es más para extranjeros. Creo que ahí hay un pequeño problema porque no creo que la gente de la ciudad vaya a defender algo que no conoce. No digo que regalen los tours, pero deberían ser más accesibles para los nacionales. Por eso soy tan defensora del bosque, porque lo conozco”.
En esta aventura de fotografiar un jaguar, la acompaña Pedro Laguna, reconocido fotógrafo, inmerso en esta travesía desde hace unos cuatro años. “Para mí es un sueño desde siempre y a Pedro lo he ido metiendo en estas locuras. Fuimos en este tour a una zona que tiene una población importante de jaguares, y los tienen identificados y tienen nombres y un árbol genealógico. Detrás de esto hay mucha investigación desde hace años. Hay muchas fotos de este lugar”.
El momento cumbre llegó en el Parque Estadual Encontro das Águas, en el Pantanal brasileño. Es un parque que cuenta con una gran cantidad de jaguares, que viven entre los capibaras y caimanes comunes en esta zona del Pantanal. Lo visitan turistas, guías y científicos con la esperanza de observar jaguares.
Fueron casi al finalizar la época seca. Esta es una zona que se inunda temporalmente. Con la cámara lista recorrieron el río, casi todo el día en un bote. “Un cachorro, dije. Sabía que era una cría porque hace años estuve cerca de una cría de jaguar de rescate y sé cómo es su pelaje, más esponjoso. Y empezó a salir el cachorro. ¡Fue toda una alegría! La verdad no sé cuánto tiempo estuvimos sacando fotos y verlos. Estuvimos un buen tiempo. Había otros botes y la gente es muy respetuosa, se quedan quietos en sus botes en este tipo de encuentros”.
Fue al caer la tarde que pudieron contemplarlos jugando unos cinco minutos en el agua, hasta que los jaguares salieron del río hacia el bosque. Con la emoción hasta los 43 grados de temperatura fueron ignorados.
Pedro Laguna cuenta y lo comparte en sus redes sociales que “regresamos emocionados del corazón del Pantanal junto a Gabriela Villanueva, quien cumplió su sueño de encontrarse con el majestuoso jaguar en su hábitat natural. Y vaya que lo hicimos: cientos de fotografías de una fauna exuberante, momentos de ensueño y emociones desbordantes marcaron esta travesía”.
Su foto retrata otro instante único. Pedro agrega que “el jaguar, símbolo de poder y equilibrio, no es solo un depredador, sino el verdadero guardián del Pantanal. En este paraíso de caimanes y capibaras, su presencia es fundamental para mantener la armonía y el equilibrio de uno de los ecosistemas más ricos del planeta. Hay experiencias que no solo te llenan de asombro, sino que renuevan tu fe en la naturaleza y en la importancia de preservarla. Este fue uno de esos momentos únicos e irrepetibles”.
Como hoy, cada 29 de noviembre se celebra el Día del Jaguar que en este momento enfrenta su extinción. Están amenazados por la deforestación, la pérdida y fragmentación de su hábitat, la cacería, los incendios forestales, el comercio ilegal. Frente a esta situación es necesario que gobiernos, instituciones, organizaciones de la sociedad civil y comunidades se sumen para cambiar el estado actual del jaguar catalogado como "Casi Amenazado" en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Ahora, su próximo reto junto a Pedro es fotografiar al oso jucumari, otra especie emblemática de Bolivia en peligro de extinción. Su pasión por la conservación y la fotografía sigue inspirando a proteger la riqueza natural del país.
CRÉDITOS
Svetlana Salvatierra. Periodista. La Paz.
Fotografías: Gabriela Villanueva y Pedro Laguna.