A los 28 años, Marlene Flores ha recorrido un camino extraordinario que la llevó desde no saber cocinar hasta convertirse en la Jefa de Cocina en el restaurante Manq’a, responsable de los almuerzos en uno de los restaurantes más reconocidos de Bolivia. Con una historia marcada por la superación y la pasión, es un ejemplo de que los sueños pueden hacerse realidad con esfuerzo y dedicación.
“Antes, realmente no me gustaba cocinar. En mi familia, todos mis hermanos cocinaban menos yo”, cuenta Marlene. Como la menor de ocho hermanos, su rol en el hogar la llevó a hacerse cargo de la cocina mientras sus padres trabajaban largas jornadas. “Mis papás no estaban contentos con lo que preparaba porque no sabía cocinar, así que decidí buscar clases para mejorar. Era algo que debía cambiar”.
Su interés por la cocina comenzó por necesidad, pero floreció cuando descubrió un curso de cocina en Facebook. “Vivíamos en Villa Fátima, camino a los Yungas, y las clases eran en Villa Adela, bastante lejos. Pero eso no me detuvo porque tenía claro que quería aprender”, recuerda. Entre cientos de aspirantes, Marlene fue seleccionada para el curso de las Escuelas Manq’a. Durante los seis meses de formación, mostró una dedicación inquebrantable, lo que la llevó a ser llamada para realizar pasantías en el restaurante que admiraba desde hace tiempo.
El camino no fue fácil. “Al principio, me ofrecieron un puesto en el área de servicio, pero yo insistí: ‘Quiero estar en la cocina’”, relata. Con paciencia y esfuerzo, completó sus pasantías y fue contratada como encargada de los almuerzos. “Ahora estoy a cargo de un equipo de tres cocineros y superviso a pasantes. Es un reto diario, pero también una gran satisfacción.”
“Celebramos a Marlene, una joven talentosa que, gracias a su dedicación y pasión por la gastronomía, ha pasado de ser ayudante a líder de cocina en nuestro restaurante. A pesar de comenzar con timidez, ha encontrado su voz y creatividad, creando platos que reflejan su entusiasmo por la cocina. Su historia demuestra que, con esfuerzo y pasión, los sueños se hacen realidad”, expresan en las redes sociales de Manq’a, nombre que en español significa Comida.
Para Marlene, la cocina boliviana es un arte lleno de posibilidades. En Manq’a, trabaja con productos locales como la papa pinta boca y la papa semilla, esenciales para platos como el pique macho. “Es un plato que combina tradición con técnicas modernas. Lo salteamos en el momento, lo que crea un toque ahumado, algo que encanta a los clientes”, explica.
Otro de los platos estrella es un arroz cremoso con carne de res cocida durante 12 horas. “Es increíble cómo los ingredientes bolivianos pueden transformarse en algo tan sofisticado. Me enorgullece trabajar con ellos”.
Más allá de la cocina, Marlene ha encontrado apoyo y motivación en su familia. Casada desde hace un año, su esposo y sus padres han sido testigos del crecimiento personal y profesional que ha logrado. “Mis papás están orgullosos de mí. Al principio no les gustaba cómo cocinaba, pero ahora dicen que mis platos son un deleite. Eso me llena de felicidad”.
Una de las anécdotas que más recuerda es su primera experiencia cocinando para el equipo completo de Manq’a, que incluye personal y pasantes. “Éramos 40 personas. Cocinar para tantos fue un reto enorme, pero al final todos estaban satisfechos. Ese día entendí la importancia del trabajo en equipo y la organización”. Y la limpieza de la cocina es una actividad imprescindible, añade con énfasis.
Marlene tiene un consejo: “Sigan sus sueños y nunca se rindan. No importa si no tienen acceso a una universidad. Perseveren y busquen oportunidades, porque siempre habrá puertas abiertas para quienes están dispuestos a esforzarse.”
Su historia demuestra que no hay barreras imposibles de superar cuando hay pasión y esfuerzo. Desde aprender a cocinar por necesidad hasta liderar en uno de los mejores restaurantes, Marlene Flores es una inspiración para quienes ven en la cocina no solo una profesión, sino un arte que transforma vidas.
CRÉDITOS
Redacción. Svetlana Salvatierra
Fotografías: Ruta 1825 y Manq’a.