En el corazón de La Paz, frente a la histórica Plaza Murillo, se encuentra la Joyería Luxor, un negocio familiar que ha sido testigo de los acontecimientos históricos más relevantes del país. Con cerca de un centenar de años de tradición en la orfebrería, la familia de Oscar Guzmán Dávalos ha logrado fusionar la riqueza cultural boliviana con diseños exclusivos en oro y piedras preciosas. Diamantes, bolivianitas y más gemas brillan en cada joya de oro y plata desde el 5 de diciembre de 1947.
En su natal Cochabamba, Oscar Guzmán Dávalos aprendió con su padre el arte de la orfebrería. Una vez concluida la Guerra del Chaco, decidió que la ciudad de La Paz sería el lugar para cumplir sus sueños. “Mi padre quiso hacer su propio negocio; él ya había tenido experiencia en la joyería de mi abuelo, que era dueño de la joyería más prestigiosa en Cochabamba, la joyería Esmeralda”, recuerda su hija Elizabeth Guzmán Barba.
Llegar a una tercera generación en el manejo de un negocio familiar no fue sencillo, subraya Milton Paz Ballivián, esposo de Elizabeth y destaca que “de hecho es algo difícil, sobre todo por las características que tiene el país y por la situación geográfica en la que nos encontramos. Anécdotas hay muchas, tenemos un vecindario que ha escrito la historia de este país. Entre las más interesantes está que siempre hemos sido una suerte de custodios de la joya presidencial. Tenemos una ordenanza de hace muchos años que nos autoriza a hacer el mantenimiento de la Medalla Presidencial”. Una joya presidencial que sufrió varios avatares y tiene su propia historia en 200 años de vida.
El abuelo Oscar empezó alquilando una tienda sobre la calle Socabaya, ladera norte de la plaza Murillo, donde hoy continúa presente. Instaló su taller y al lado de su esposa Delicia Barba López empezaron a construir una marca de elegancia, moda y calidad, destacando la cultura tiwanacota. “Bolivia es un país tan rico en tradiciones y mitología. Hemos plasmado en joyas tiwanakotas con las piedras bolivianitas. Hemos ido combinando piedras con los paisajes, las balsas del lago Titicaca, las llamas”, relata la hija. “Estamos muy orgullosos de nuestro país porque es muy rico en todo sentido y preservar nuestros símbolos, nuestras tradiciones”.
Este legado, hace una década está bajo la dirección de su hijo Fernando Paz Guzmán. “Somos muy conscientes de ser partícipes y también de ser testigos de cada uno de los eventos y ver cómo nuestro país, desde nuestra perspectiva de las joyas ha ido cambiando, se ha ido renovando y perdurando a lo largo de estos años”.
El día que se realizó esta entrevista, la Plaza Murillo estaba cerrada al tráfico vehicular. Era otra mañana de bloqueos en el centro paceño protagonizada por sectores sociales que exigen cambios a la política económica del actual gobierno. Mientras tanto, la plaza luce apacible y está llena de centenares de palomas que allí viven. Mientras tanto en la Joyería Luxor atendían las consultas de clientes.
Fernando Paz Guzmán es ingeniero comercial con especialización en gemología. Tomó cursos en el área de diamantes, piedras de colores y joyería en el GIA, Gemological Institute of America. Los estudios que realizó le permitieron profundizar en conocimientos sobre el comercio, fortalecer la empresa y dar mayor valor a la joyería nacional con la gemología. “Fui muy cercano a mi abuelo”, resalta y enfatiza: “estoy acá, a cargo de la joyería hace más de 10 años y me encuentro muy feliz de mantener este legado y mantener los estándares que mi abuelo empezó y con mi mamá ha perdurado durante el tiempo”.
Joyería Luxor cumplirá 78 años y preguntamos al gerente general ¿cuáles considera que son los aspectos más relevantes para mantener una empresa familiar durante tanto tiempo?
“Cada una de las personas que ha conformado Luxor desde mi abuelo, posteriormente mi madre, también mi tío, han aportado y han sabido respetar lo que ha dado su antecesor, manteniendo pilares fundamentales como el prestigio y la garantía que ha caracterizado a la joyería. Se ha tratado no de dejar de hacer algo sino de mejorarlo y dar un valor. Existe un respeto muy grande por cada una de las personas lo que ha permitido que el sucesor también tenga ese respaldo por parte del antecesor. Se ha formado una sinergia entre familia y tradición”, detalla Fernando Paz Guzmán.
El abuelo fue pionero en traer las gemas preciosas y en sumar la cultura tiwanacota en el estilo de las joyas de oro de 18 kilates. La hija innovó con nuevos diseños, mejorando las exhibiciones y las muestras de la bolivianita. Al tío le correspondió realizar las tasaciones correspondientes de la Medalla Presidencial. Hoy, la Joyería Luxor innova con la impresión 3D y con la implementación de nuevos conocimientos en gemología y piedras preciosas. “Estamos en constante mejora al momento de brindar nuestros servicios y nuestros productos”, subraya el gerente general.
Diamantes y bolivianitas
Aretes de bebé, medallas de bautismos, joyas para quinceañeras, anillo de compromiso, anillo de matrimonio, las joyas marca momentos célebres en la vida.
Hoy, está muy de moda la joyería en tres colores de oro: el blanco, el amarillo y el rosado. Una tendencia internacional que la Joyería Luxor adaptó a sus diseños propios para los anillos, especialmente para los anillos de compromiso y matrimonio, y juegos de joyas que son atractivos para la clientela.
Las formas de las joyas también han cambiado. “Ahora hay una tendencia de formas más simples, más minimalistas, en donde se denotan formas más brutalistas, más cortantes en los diseños”, precisa.
A la hora de elegir la piedra, “el diamante sigue siendo el rey de todas las piedras preciosas. Un diamante es un fenómeno de la naturaleza único”, subraya Paz. Pero también reconoce que su accesibilidad es limitada y hay otras piedras preciosas que son requeridas en el diseño de anillos.
Si se definieran políticas públicas, nacionales o municipales, “podríamos fácilmente ingresar al mundo de las gemas preciosas”, sugiere el especialista en gemología.
Es un tema para repensar en el Bicentenario de Bolivia. El diamante es una piedra preciosa que existe en Bolivia. Hay diamantes en bruto, pero aún no se ha explorado el potencial de estas joyas que tiene el país en diversas zonas del territorio. En la historia de la minería boliviana destaca la explotación de la plata, del estaño, del zinc y en la actualidad la explotación del oro manchada por la actividad ilegal y su impacto en los ríos y áreas protegidas del país.
“Como casi ningún país en el mundo tiene una gema preciosa que tenga el nombre de su patria, la bolivianita es relevante para el país. Se encuentra en distintas formas y tonalidades, es importante saber valorizar y clasificar las piedras y tener una ingeniería en el modo de cortarlas y de trabajarlas”, destaca Fernando Paz.
“Es importante recalcar la singularidad que tiene la bolivianita. Es una piedra natural bicolor. Es un fenómeno dentro del mundo de la geología y la gemología porque un mismo cristal que en un principio podría ser amatista y citrino, en su formación cambia de color y genera de que la piedra sea dos gemas en una. El nombre gemológico de la bolivianita es el amitrino, es la combinación de la amatista, su lado púrpura, y del citrino, su lado amarillo. Este fenómeno solo se ha dado acá en Bolivia y por eso adquiere ese nombre. La bolivianita es un bien limitado y como bolivianos deberíamos tener ese mismo grado de responsabilidad y orgullo, como con la esmeralda la tienen los colombianos”, puntualiza.
Considera que es importante no perder de vista lo valiosa que es para el mundo: “tengo la firme creencia que uno tiene que exponer y valorizar las cosas que son propias de un país, como el singani en el caso de las bebidas, la bolivianita en el caso de las gemas. Es una piedra única que denota nuestra identidad”.
Y es una piedra preciosa que en Bolivia cuenta con cortadores excelentes, recalca Fernando Paz. La bolivianita permite adquirir una variedad grande en cortes por las propiedades físicas hexagonales que contiene el cristal de cuarzo, que es de donde proviene la bolivianita. Paz, detalla que permite moldearla y trabajarla en cortes en rosa, en mariposa e incluso realizar un corte que simula la silueta de Bolivia. “Es algo muy hermoso y gratificante cuando uno sale al exterior y empieza a exponer las características de la bolivianita”, destaca y más aún cuando las joyas son realizadas por manos bolivianas.
“Como mi esposa dice, este es un maravilloso país. Gracias a Dios hemos tenido la suerte de nacer en nuestro país, que es muy rico en sus tradiciones, en su cultura, a pesar de las opiniones que se vierten, este es un país donde uno es feliz de haber nacido aquí, de vivir aquí. Difícil, por cierto, mantener esta tradición, sobre todo, pero muy satisfactoria. Estamos dispuestos a seguir adelante para construir nuevas generaciones que se encarguen de mantener la tradición y esta cultura mestiza del tratamiento de las joyas y de las piedras preciosas”, puntualiza Milton Paz Ballivián, luego de compartir otra joya que tienen en su archivo, el libro del Centenario de Bolivia.
CRÉDITOS
Redacción. Svetlana Salvatierra
Fotografías: Joyerías Luxor y Ruta 1825.