Ruta 1825: ¿Cómo nace la idea del libro "Geopolítica de la transición energética Perspectvas del Sur Global y el caso de Bolivia?

Hemos querido hacer este libro pensando en Bolivia, pero evitando esa mirada que tenemos tan típica los bolivianos de solo mirarnos a nosotros y no entender que el mundo gira. Tiene tres partes. Primero, analiza esta disputa geopolítica Estados Unidos, China, Unión Europea por esta nueva revolución verde, que es una batalla hegemónica y tiene como componente principal la tecnología. La tecnología verde está cada vez más al centro de la tormenta. Y nosotros, desde las periferias decimos: a mí qué me toca o por qué debería interesarme el tema. Luego analizamos América Latina y finalmente Bolivia. Hay oportunidades de esta transición energética, muchas, y hay responsabilidades que tenemos que cumplir, nuestro grano de arena para evitar el colapso ambiental. Además, es obligatorio porque cada país voluntariamente ha elaborado sus NDC y tiene que cumplir. También puede haber oportunidades.

Daniel Agramont: ¿Cuál es la conclusión de la primera parte, de esta disputa geopolítica y tecnología?

Este tiempo que nos ha tocado vivir, nuestra guerra fría se llama guerra comercial y tecnológica. No se espera guerra militar violenta ni escalada nuclear. Luego que Vladimir Putin invadió Ucrania, cada vez tenemos el fantasma del botón rojo, el fantasma de la aniquilación de la humanidad.

En cambio, la lucha hegemónica China - Estados Unidos es una guerra tecnológica y tenemos una crisis del orden mundial liberal. Y más bien se está dando un retorno del Estado en Estados Unidos y Europa. Esta nueva revolución verde involucra el retorno del Estado muy fuerte. ¿Para qué? La única forma de evitar caer ante China es el Estado que va a guiar este proceso. Ya está lejos esa visión de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, llamada neoliberalismo con todas sus connotaciones. Pero China ha llegado a ser la economía dos del mundo y en cualquier momento va a llegar a ser la uno, porque tiene tasas de crecimiento todavía en esta desaceleración entre cinco y seis. Esto lo ha logrado a través de ser el nuevo campeón de la manufactura, con mucho capital y transferencia y tecnología de parte de Estados Unidos y de Europa. 

Entonces, Donald Trump dice, "China no es un amigo, es un competidor" Y esa política es mantenida por los demócratas, no se ha cambiado ni un punto ni una coma y ahora vuelve Trump. Y China ha logrado todo esto con un Estado muy fuerte, el partido comunista guiando el sector público, omnipresente. En Estados Unidos y Europa dicen: necesitamos conservar la supremacía tecnológica, la manufactura barata, de poca tecnología la hemos perdido, ni siquiera nos interesa, pero ahora vamos a perder la manufactura de high tech (alta tecnología) y eso no puede ocurrir. Y la única forma de evitar esto es a través de papá Estado al rescate.

¿Y cómo es ese papá Estado?

No como lo vemos aquí, más que nada en los países del socialismo del Siglo XXI, en la región, que dicen el Estado lo tiene que hacer todo, el Estado empresario, el Estado compite con el privado, el Estado tiene que ganarles a los privados. Eso es falso. Esa dicotomía falsa de Estado privado no hay en esta nueva revolución estatal en Estados Unidos y Europa, sino es el Estado que va a promover a los mejores negocios de cada país. Están buscando tener campeones para contender a China. Estos campeones son empresas privadas y van a tener su ventaja con mucha subvención estatal.

¿En qué más ves el retorno del Estado? Aranceles. Ahora Donald Trump ha dicho voy a poner arancel a todo. Si los BRIC quieren tener su propia moneda, les voy a poner arancel del 100%. Si México no se alinea, aranceles nuevamente, etcétera. O inclusive ir a promover empresas, las embajadas están promoviendo el 5G instale 5G de los chinos, instale el mío. Y los chinos te dicen no instales el de ellos, instala el mío. Son embajadas, no estamos hablando solo empresas compitiendo. Esta ley de chips y ciencia de Estados Unidos incluye que los ingenieros Estadounidenses que trabajan en estas empresas high tech chinas tienen que renunciar, tienen que volver ver a su país. Eso obviamente es un retorno del Estado o como le llama el FMI, el retorno de la política que no debe ser nombrada, política industrial.

Esa es la conclusión de la primera parte, esta Revolución Verde que es parte de este retorno del Estado, de la política industrial.

 

Vamos a la segunda parte del libro. En este contexto, ¿dónde queda América Latina?

¿Cuál sería la intención de hablar de transición energética? ¿Por qué deberíamos darnos la molestia? O como algunos me lo han dicho aquí en Bolivia: estamos viviendo el fin de la economía del gas, estamos viviendo hace una crisis energética muy fuerte, no tenemos ni el tiempo ni los recursos para pensar en lo verde, para pensar en tecnologías verdes o inclusive en energía verde, es carísimo, no es un debate para nosotros, conseguite un problema honesto. Y más bien el objetivo del libro es unir y decir: sabemos que estamos en una crisis energética muy fuerte mientras hay alguna política pública que dice vamos a escarbar más gas, desesperados, podemos comenzar en Bolivia con esta transición,

Entonces, ¿qué entender por transición energética?

Es transición, no se llama reemplazo. Los que me dicen el gas significaba 6.000 millones, además, la matriz energética boliviana es 80% de fósiles, tú me estás hablando de temas hippies. No, es una transición lenta, pero ya se puede pensar de hablar en hidroeléctricas en primer lugar, que ya estamos avanzando, eso está muy bien en Bolivia porque no hemos avanzado en esas hidroeléctricas Bala, Chepete, que te iban a inundar mitad del Beni, sino más pequeñas que sí son energías renovables, limpias, verdes.

Energía solar en el altiplano porque no tenemos la posibilidad de construir esas hidroeléctricas como en las tierras bajas, sí, es una opción; hay lugares en el altiplano bien mapeado por las cooperaciones internacionales, la GIZ, por ejemplo. Entonces, ya se avanzó con algunas plantas solares, pero es dinero de la cooperación. La KFW, nuestra otra socia hermana, está con un proyecto de 34 millones de euros de energía solar cerca de Viacha, pero es muy pequeño. Lo  que decimos es que se puede soñar en grande, está todo bien mapeado, hay lugares que tienen inclusive 20% más de radiación que cualquier otro lugar del mundo, en el altiplano se tiene esa posibilidad, pero no tenemos 2.000 millones, antes teníamos y decidimos invertir en litio, en exploración y no hemos encontrado.

¿Qué hacemos ahora? Bueno, lo primero, el Estado se puede financiar con fondos verdes, fondos baratos, precisamente para estos temas. Entonces, ya según la transición energética al tema finanzas verdes, son dos temas bien unidos. Pero luego está la participación del sector privado. Tenemos que de una vez cortar esta dicotomía entre el Estado y el privado, que nos hemos querido imaginar. No estamos peleados, no estamos en competencia. El Estado boliviano, el gobierno, podría fácilmente decir que el Estado va a proveer ahora estos negocios verdes. Lo primero, es abrir la transición energética, que puedan ser empresas privadas las que instalen, ya sean nacionales o internacionales, que instalen plantas solares, molinos eólicos, inclusive hidroeléctricas, que no sea solo pensar en préstamos gigantes al Estado, sino también concesionar para hidroeléctrica, se puede.

Se puede seguir modelos de tantos países, incluso China la tiene clarísimo en esto, pero que incluye mucha participación del sector privado. Entonces podemos avanzar en la transición energética como una solución para Bolivia de ingresos y de energía. No es solamente decir, esto es algo del norte, un problema del norte.

El segundo, no quiero dejarlo de lado, son los minerales críticos. La transición energética significa dejar de consumir petróleo, pero vas a aumentar el consumo de minerales tremendamente. ¿Por qué? Porque todos estos paneles solares, molinos eólicos, turbinas hidroeléctricas consumen un montón de minerales. Y no son estos minerales clásicos, típicos de antes, sino nuevos minerales que antes no tenían demanda están ahí en la tierra, ni los queríamos porque no sabíamos qué hacer. Solo la batería de litio tiene un 8% o 9% de litio y lo demás son un montón de minerales, cobalto, níquel, manganeso.

Tenemos la mayoría de estos minerales, ¿por qué no los estamos utilizando?

Es una buena pregunta. Lo que nos falta es inversión. Nuevamente nos falta mucha inversión que debería ser hecha por privados. Y la inversión para muchos de estos minerales críticos va a ser desde cero, en prospección otra vez. Hay muchísimo interés en el mundo en el cobre boliviano. Hay esta nueva revolución de la minería que viene de la Revolución Verde.

Hay una pelea geopolítica muy fuerte por el cobre en América Latina. Tienes dos, Perú y Chile, y Bolivia tiene una gran veta ahí. Van a llegar empresas con mucho apoyo estatal de China, de Europa, a montones para el cobre. Sabemos que hay cobre, pero no exportamos.

Además, tenemos estas tierras raras y otras que son necesarias para su uso en equipos de tecnología. Un estudio señala que tenemos 31 de 38 de estos minerales claves. ¿Qué oportunidades más tiene Bolivia en esta transición?

Esos dos son los pilares para hablar de oportunidades. Número uno, realmente descarbonizar la economía, poder entrar a energías renovables. Número dos, los proyectos millonarios que se están gestando para minerales, no solamente plata, zinc, estaño, oro, cobre, aluminio, manganeso, titanio, sino estos nuevos demandados desde el niobio, tantalio, cerio, vanadio, que son minerales necesarios para baterías, para toda la tecnología verde y al final no tenemos exportaciones. Es una ventana. Esperemos que no sea de aquí a unos años. Y que no haya una mafia para el niobio y trabajo ilegal. En el Escudo Precámbrico hay muchísimo niobio y otros minerales, de forma muy barata se pueden extraer porque no están muy profundo. La idea sería entrar de buena forma con empresas grandes formales con mucha inversión.

Hay que apresurarse porque si no se va a convertir como el viejo oeste.

Exactamente, o como el fallido litio. Ya vamos 11 años intentando; además, de estos minerales el que más sale es el litio. Hay un capítulo en el libro, un análisis geopolítico de cómo el mundo ahora está mirando el litio y las oportunidades que tiene Bolivia.

Y llegamos a la tercer parte del libro dedicada a Bolivia. ¿Cómo avanzamos en la transición energética?

Analizar Bolivia desde la geopolítica de la energía, nos preguntamos cómo fue la energía para Bolivia en su política exterior. Hemos llegado a decir que Bolivia es el centro de Sudamérica, es el centro energético. Y ahora se nos termina el gas. Tenemos que replantearnos y con esa transición energética recuperar este nuestro sentido geopolítico que teníamos. Chile nos compraría un montón de esta electricidad verde, obvio; y además podemos usar para consumo interno.

Teniendo la posibilidad de generar esta energía renovable, es que podemos comenzar a paliar esta falta de gas que nos está pegando ya no solamente en el consumo de energía, sino hasta en nuestra visión geopolítica. Como conclusión de todo el libro es que hay grandes oportunidades, pero no tenemos que repetir nuestra inserción histórica de 200 años como República o 400 años desde la llegada de los españoles, vendiendo lo que se encuentra en la tierra, escarbando lo más rápido, lo más fácil, barato lo vendemos al camión. No tenemos ni idea cómo sacar lingotes más que de estaño. No tenemos. ¿Qué podemos hacer para cambiar esta inserción histórica con esta revolución del capital que proviene de la Revolución Verde?

Con tres décadas en el periodismo, el tema de inversión de los privados siempre ha sido una exigencia de los sectores exportadores y empresariales pero no de los políticos, tal vez alguno en campaña electoral, y sumando lo que pasa en el mundo con el medio ambiente está clarísimo donde dirigir la mirada. Pero ¿cómo lo haces? ¿dónde encuentras a los líderes empresariales, a los líderes políticos para avanzar? ¿cómo puedes ir dando los nuevos pasos?

Ese es el objetivo oculto detrás de nuestro libro. Ya no solamente proporcionar datos técnicos, sino impactar en el debate público. Mostrar que la transición energética es posible, es real. Así como un eslogan: es más fácil, rápida y barata de lo que pensamos. Hay formas de financiarse, hay el sector privado que puede y tiene que participar. Entonces, la transición energética es una opción viable versus estar escarbando desesperadamente cerca de algunos pozos para ver si encontramos algo de gas, estar intentando algunos proyectos como fracking que se han puesto ahora en la agenda. Paraguay tiene anuncios de proyectos para gas y petróleo, lo que nunca tuvo, se quedó siempre con el ojo en tinta después de esa guerra tonta que nos ha hecho matarnos entre hermanos. Bolivia se quedó el gas y Paraguay no. Igual, Vaca Muerta, en Argentina, es fracking. Este no es el futuro que queremos para Bolivia: palma, fracking, oro, destruyendo todo su paso, eso no es lo que queremos.

Entonces, se podría pensar en esto: ¿por qué no se abre el sector eléctrico? ¿por qué no se abre el sector de hidrocarburos para tener nuevamente inversión extranjera? Pero que sean empresas grandes, serias.

Te digo, en una comunidad en el altiplano, en un estudio que hemos hecho, nos decían que querían que vuelva a Glencore. En Colombia, en Perú, siguen con que las multinacionales son unos desgraciados y se llevan la mayoría. Este futuro no lo queremos por todo lo que está ocurriendo con la depredación. Que vuelvan las empresas grandes, como Repsol, Total, Petrobras, Glencore, Pan American, pero que inviertan y tengas normas laborales, normas ambientales.

Hace más de 20 años había el proyecto de exportación de electricidad, teníamos el gasoducto con toda su historia positiva para el país porque nos ha dado cierta estabilidad por un tiempo, pero no avanzó y nos quedamos con el deseo de ser un centro de distribución eléctrica para los países vecinos; además, estamos retomando el concepto de dar valor agregado a lo que la naturaleza nos da para generar, apoyar, industrias o negocios como turismo, tecnología, agricultura, automotores, etcétera, pero no avanzamos. Este debate público, que se propone al hablar de la transición energética tiene que ser mucho más rápido, y en todos los niveles. ¿Por dónde seguimos y cómo avanzamos para esta transición energética?

Lastimosamente, el fin de la economía del gas nos está obligando a pensar en estos temas, ahora contra la pared. Esta agenda olvidada de desarrollo productivo porque el gas lo nubló todo, incluso ha habido una desindustrialización respecto a los 90. ¿Quién va a dar de comer a Bolivia? El gas. ¿Quién va a pagar impuestos? El gas. Era todo. ¿Quién trae dólares? El gas, era todo. Como ahora ya no tenemos eso, esta agenda hay que pensarla rápido. Sólo espero que no sea a patadas como el oro, que con orgullo decimos que estamos haciendo de forma informal. ¿Pero son mafias las que van a estar manejando estos nuevos minerales? No sé.

Tenemos este este gran reto, de hacerlo rápido, de pensar otra vez de qué vamos a comer los bolivianos. Se necesita otra vez un diálogo. Pensar en fábricas, manufactura, valor agregado, no hay otra, es el debate. Si hay transición energética, para nosotros es un punto, sería el marco grande para el desarrollo productivo en el siglo XXI. ¿De qué vamos a vivir los bolivianos?

El último capítulo es clave. Geopolítica. ¿Dónde estamos los bolivianos y dónde queremos estar en el 2030 y más adelante?

Cuando decimos que queremos seguir políticas verdes, no estamos haciendo un favor al norte, a los países ricos, sino que para nosotros no sólo es un compromiso que tenemos con la gobernanza global, sino un compromiso moral. Además, todo lo que estamos depredando, quemando, incendiando, va a repercutir primero en nosotros.

  

Daniel Agramont Lechín

Economista, investigador

Coordinador Proyectos Friedrich-Ebert-Stiftung Bolivia

 

 

CRÉDITOS

Redacción: Svetlana Salvatierra.

Fotografías: “Geopolítica de la transición energética”.

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