Los bolivianos nos convertimos en animales pensantes con usos y costumbres abigarradas y últimamente atípicas. Ya es muy propia la mala costumbre de hacer fila por y para combustible.
Alrededor de esta obligada y recurrente práctica se desarrolla un conjunto de circunstancias tragicómicas. Dormir en los vehículos es ya una necesidad para aguardar que la gasolina o el diésel lleguen hasta la Estación de Servicio Ballivián en Nor Yungas. Es sólo un ejemplo de los casos en los que comprar combustible exige espera, paciencia, templanza y dolores musculares. Dormir en un automóvil es muy incómodo, no lo es en un camión de alto tonelaje, que tiene camarote.
La Estación de Servicio Ballivián pertenece a la Comunidad San Joaquín, en el Municipio de Coroico. Exactamente está a 99.5 kilómetros de la ciudad de La Paz, descendiendo de la fría y seca Cumbre hacia templados valles yungueños, cálidas montañas subtropicales y calurosos como húmedos llanos orientales, en la ruta que sigue a Caranavi y continúa hacia el norte para vincular al departamento paceño con Beni y Pando.
La ruta es asfáltica con variantes que se advierten en la topografía de montaña. Desde los 5. 450 metros sobre el nivel del mar, descendiendo de La Cumbre en una vivencia inolvidable para bajar por una serpenteante carretera hacia valles yungueños, montañas subtropicales y llanos orientales.
El servicio de suministro de combustible atiende ahora de acuerdo con el envío desde la Planta de El Alto. Son camiones cisterna que viajan trayendo gasolina o diésel, para abastecer a varias comunidades, y también a los motorizados que circulan con pasajeros o carga.
Los propietarios de motorizados sin papeles o indocumentados, que son la mayoría en las provincias paceñas, deben aguantar y esperar hasta 3 días y noches para recibir sólo 30 litros y en bidón. En cambio, los dueños de coches legales tienen derecho a tanque lleno y no realizan extensas filas, tienen preferencia.
En Yungas existen muchas motocicletas -tanto legales como ilegales- Tanque lleno para los primeros, sólo 10 litros para los segundos. Los motociclistas duermen a la intemperie y aguantando estoicamente la insistente lluvia y las tempranas brisas húmedas y frías del otoño.
Los intermediarios o revendedores al estilo típico boliviano son los que celebran esta coyuntura, la reventa justifica la incomodidad temporal, además estos pícaros tienen convenios subterráneos con administradores o propietarios de las gasolineras, como corolario, la manipulación de los surtidores para los autos chutos es aleatoria y casi siempre sin marcar el cero para la venta, por lo tanto, se vende menos combustible por más dinero.
Mal acostumbrados como estamos desde hace mucho, hacemos reflexión y apelamos a ese pensamiento de justificación: "Mal de muchos, consuelo de tontos"
Existe como causa-efecto, oportunidad para actividades que le sacan rédito y partida, vendedores ambulantes de comida, refrescos, café, la típica sultana, coca y otras ofertas que animan frente al hambre, calor, frío. También se inician nuevas amistades entre los necesitados de carburantes.
La carretera entre Yolosita a Santa Bárbara se torna estrecha y peligrosa. Motorizados en extensas filas, con sólo un carril y medio para circular.
Extraordinariamente se advierten riñas y contiendas verbales de alto calibre en insultos, pero hasta ahora sin golpes mayores, felizmente suponiendo -que pese al malestar generalizado- se puede afirmar: "Perro que ladra, no muerde".
Los análisis políticos también se escuchan, se vociferan nombres como gestores y responsables de este negativo desenlace. También se nombra a otros personajes que astutamente afirman que en su anterior gestión esto no sucedía. En la precariedad analítica está el peligro de no ubicar la problemática en su contexto integral y continuar apoyando a embusteros, por los que estamos pagando los platos rotos.
Sin la gasolina de la razón y la verdad proseguiremos haciendo fila.
QUIQUE FRANCK
Periodista - Escritor